Y la ciudad, ahora, es como un piano De mis humillaciones y fracasos; Desde esa puerta he visto los ocasos Y ante ese marmol he aguardado en vano. Aquf el incierto ayer y el hoy distinto Me han deparado los comunes casos De toda suerte humana; aquf mis pasos Urden su incalculable laberinto. Aquf la tarde cenicienta espera El fruto que le debe la mahana; Aquf mi sombra en la no menos vana Sombra final se perdera, ligera. No nos une el amor sino el espanto; Sera por eso que la quiero tanto.

Tijdschriftenbank Zeeland

Ballustrada | 2017 | | pagina 54